Desde su llegada a la carrera, Santiago demostró una gran motivación y una fuerte determinación por explorar el arte escénico. Desde el principio, se entregó con entusiasmo y compromiso a los ejercicios, enfrentando de manera directa sus rigideces tanto físicas como mentales. Su evolución fue evidente al ganar mayor conciencia de su cuerpo, su voz y su capacidad para estar presente en escena.

En la clase de Principios de Actuación, Santiago destacó como un estudiante profundamente comprometido con su llamado artístico. Se acercó al trabajo con convicción, enfrentando retos con valentía, aunque también se enfrentó a contradicciones y momentos de frustración propios de su desarrollo.

Durante el montaje de Vaya y Venga, inspirado en la obra y pensamiento de Samuel Beckett, Santiago llevó su entrenamiento escénico a un nuevo nivel. Su cuerpo desarrolló una “inteligencia distinta”, logrando fluidez y creatividad en su trabajo colectivo. Este proceso también lo llevó a asumir un rol en la producción de la obra, demostrando flexibilidad, madurez y compromiso en un contexto de alta exigencia profesional.

En el módulo Cuerpo es Voz, Santiago trabajó con rigor en su desarrollo vocal. Aunque comenzó con una voz potente gracias a experiencias previas, mostró apertura para desestructurarla y explorar nuevas posibilidades. Esto lo llevó a superar el sobreesfuerzo vocal y a permitir que el sonido resonara en todo su cuerpo. Además, su participación en el montaje musical La Ópera de los Tres Centavos amplió aún más sus capacidades técnicas y expresivas.

Fuera del ámbito académico, Santiago destacó en la producción de Espectros, donde su firmeza, lealtad y curiosidad fueron clave en el desarrollo del proyecto. Su entrega y disposición para explorar los límites de su rol evidenciaron su pasión por el teatro, tanto en la construcción de personajes como en la solución de retos creativos.